Aunque no queramos reconocerlo, todos llevamos dentro un sibarita. Y es que cuando tienes una afición y disfrutas con ella, siempre es fácil reconocer lo bueno, de lo malo o lo mediocre. Y ahí reside el «gen sibarita».
Para los que ponen el acento en el deleite del paladar sobre otros aspectos también apetecibles, como una ubicación acertada, una decoración con gusto, un ambiente agradable o un servicio esmerado, tener que poner el «gps», si hace falta, para llegar a ese bar escondido que te han recomendado, en vez de ser un inconveniente es casi una divertida gymkana que forma parte del proceso digestivo. Sobre todo si nos han hablado lindezas de ese local.
Y en una calle tranquila, entre la Alameda y Torneo, puedes encontrar lo que no te esperas. Cerca de Pangea en la calle Lumbreras, que ya pasó por nuestras crónicas, está brillando otro lucero culinario de la mano de gente formada y creativa.
Y allí que nos fuimos un miércoles cualquiera a cenar unas tapas, a Lumbreras Tapas en la calle Santa Clara, 65.
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